La semana del 13 al 19 de julio de 2015 se celebró la décima edición del Resurrection Fest en Viveiro. Con motivo de tan especial aniversario, la organización del festival decidió apostar fuerte y aumentar en tres días los conciertos de pago, siendo el miércoles la jornada de puertas abiertas donde muchísima gente pudo ver gratis a Pro-Pain y BioHazard entre otros.

El jueves 16 fue el pistoletazo de salida a un festival que apuntaba alto, muy alto. De hecho, el que escribe estas líneas comentaba con Laín Romasanta lo que significa el Resurrection Fest, cómo ha crecido y el ambiente que se saborea en Viveiro durante las fechas del mismo. Ambos llegamos a la misma conclusión, de hecho, una sola palabra define lo que te vas a encontrar: fraternidad. Amigos que se encuentran, gente nueva que se suma a tu agenda de Whatsapp y muchos otros que seguramente solo veas una vez en tu vida, pero que se convierten en vitales al compartir momentos únicos con ellos con la vista fija en un escenario.

Hasta tres escenarios hubo en la zona habilitada para el festival, #RFMainStage, #ChaosStage y #RitualStage. El primer día del festival, varios grupos sobresalieron. Refused demostraron que no estaban muertos, más bien de parranda y deleitaron a los presentes en el escenario grande con su buen hacer. Soulfly, por su parte, enganchó más al público cuando el bueno de Max Cavalera repescó los clásicos de Sepultura. Uno de los platos fuertes era ver a Zakk Wylde en Viveiro. Algo más de una hora de concierto con Black Label Society y un solo épico para algunos, aburrido para otros. El fin de fiesta fue para los siempre eficientes Berri Txarrak, que dejaron claro que al Resu nadie le hace sombra en España a estas alturas.

[pullquote]Algo más de una hora de concierto con Black Label Society y un solo épico para algunos, aburrido para otros.[/pullquote]

En el resto de escenarios, la anécdota la puso Suicide Silence que tocaría después de Betraying The Martyrs. La aparición de los #ResuKids, para sorpresa de Eddie Hermida, provocó las risas entre el público. Pero estos niños, que ya llevan el ADN del Resurrection Fest, lejos de amilanarse por la potencia vocal del cantante de Suicide Silence, decidieron mostrar sus cuernos y ponerse a botar como verdaderos profesionales del mosh.

Una de las anécdotas del viernes, fue la aparición de Guillermo Izquierdo -cantante y guitarrista de Angelus Apatrida- para tocar un tema con Dr. Living Dead en el #ChaosStage. El cantante del grupo, pese a que fue operado hace poco de una rotura en el tendón de Aquiles, no dejó ni un segundo de moverse por el escenario animando al público. En el escenario principal, el viernes era el turno de Kadavar, quien atrapó al público con su ‘psico stoner blues’, Backyard Babies que no defraudaron y uno de los platos fuertes del festival: Motorhëad. Después del bueno de Lemmy, Children of Bodom protagonizó un concierto épico mientras que In Flames finalizó el día desgranando su último álbum y repasando los temas de su discografía. Otro de los momentazos, cuando Anders permitió a una persona del público subir a cantar ‘Take this Life’. Sin duda, la pancarta que rezaba ‘Let me sing Take This Life’ hizo efecto en el frontman de In Flames. Javier, como se llamaba el espontáneo, sorprendió a todos con su buen hacer en el escenario. Personalmente, muy fan de Javier.

La gran sorpresa, los Abaixo Cu Sistema. Un grupo de versiones de System of a Down de Lisboa que desbordó el #RitualStage más allá de las tres de la mañana. El comentario más repetido, que lo hacían mejor en directo que la propia banda a la que versionan. Nadie fue capaz de resistirse a saltar con ellos durante una hora en la que el cansancio quedó en el olvido gracias a un repertorio con todos los éxitos de la banda liderada por Serj Tankian.

El sábado era el turno de otro de los platos fuertes del cartel, pero también hubo lugar a sorpresas. Monuments abrió el día con unos Carniflex que hicieron las delicias de sus seguidores. Posteriormente llegaría Skindred, quien envolvió a todos con ese buen rollo característico. Hasta el punto de conseguir que el público se quitase la camiseta e hiciese el helicóptero en uno de los momentos más divertidos del Resurrection Fest.

En el #ChaosStage, In Mute descargó toda su potencia, con unos Syberia que pusieron en órbita con su magia instrumental a todos los que se acercaron a verlos. Ne Obliviscaris y Moonspell fueron los siguientes en un día lleno de actuaciones sobresalientes. En el #RitualStage se daban cita también un grupo de los más clásicos de esta edición, los americanos Dog Eat Dog. Un grupo que a muchos nos recuerda a nuestra adolescencia y eran obligados de ver.

Volviendo al escenario principal, Heaven Shall Burn fue el ‘telonero’ perfecto para lo que todavía quedaba por ver. Con varios ‘circle pit’ y con uno de los ‘wall of death’ más brutales de las diez ediciones del Resurrection Fest, le darían paso a los melódicos Danko Jones para amansar un poco a las fieras. De nuevo, los #ResuKids saltaron al escenario, pero esta vez con un cantante más tranquilo. Tras ellos, otro de los grupos que más gente congregó en todo el festival. KoRn, que cumple veinte años de su primer disco, fueron una apisonadora. Liderados por Jonathan Davis, los californianos están en uno de los mejores momentos de los últimos años y realizaron un repaso épico, que terminaron con los temas más míticos del grupo. La organización decidió añadir fuegos artificiales al final de su actuación para todavía hacerlo más épico.

Y por último, turno para Fear Factory quien terminó con las fuerzas de aquellos que llegaban de darlo todo con los siempre potentes Behemoth en el #ChaosStage. Para los más atrevidos, todavía quedarían los grupos de versiones de Foo Fighters (The Everlongs) y de Metallica e Iron Maiden (Blaze Out).

Sin duda, un Resurrection Fest que ha pasado a la historia por ser el que más gente de paso ha tenido, pero también por el cartel más importante hasta la fecha. Algunos, como el que firma la crónica, esperamos impacientes para ver qué sorpresas nos depara la undécima edición.





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