La mañana del 2 de febrero de 1979 encontraron el cuerpo sin vida de Sid Vicious, había fallecido durante la madrugada a causa de una sobredosis de heroína. Tenía sólo 21 años y estaba pendiente de juicio por el asesinato de su novia Nancy Spungen. Sid Vicious, el máximo icono del punk, tuvo una vida corta y llena de excesos, drogas, peleas y rock, una vida marcada por su breve paso por una de las bandas más famosas y delirantes que haya existido jamás, The Sex Pistols.

“Probablemente moriré antes de cumplir los 25 años, pero viviré la vida de la forma en la que yo quería vivirla”

John Simon Ritchie nació en Lewisham, Londres, el 10 de mayo de 1957, su padre lo abandonó a él y a su madre cuando tenía dos años. La infancia y la juventud de Sid estuvieron marcadas por la figura de su madre: una hippie nómada adicta a las drogas, que inició a Sid en el consumo de estupefacientes siendo aún muy joven. El joven Ritchie creció considerando el consumo de drogas como algo normal. Con catorce años conoció en el instituto a John Lydon, más tarde conocido como Johnny Rotten, con el que entablaría una gran mistad.

Con 17 años era asiduo a la tienda de ropa Sex, verdadero epicentro del movimiento punk, regentada por el joven Malcom McLaren, que en breve sería el mánager de la nueva banda de moda: The Sex Pistols. Sid era su mayor fan, iba a todos sus conciertos, se ponía en primera fila y provocaba tumultos que tiempo después se conocerían con el nombre de “pogo” (algunos atribuyen a Sid su creación). Su carrera como músico comenzó en distintas bandas locales de la escena punk en las que desempeñó distintas funciones: batería en Siouxie & the Banshees en su concierto de presentación y cantante en The Flowers of Romance, pero su obsesión eran los Pistols. Así que cuando el puesto de bajista quedó vacante, pensaron en él para sustituirlo.

The Sex Pistols

En febrero de 1977 se unió a The Sex Pistols para sustituir al bajista Glen Matlock, desde luego no lo contrataron por su habilidad con el bajo, de hecho, no sabía tocarlo, pero era pura actitud, pura anarquía, puro nihilismo, tenía una imagen imponente y dos condenas por agresión, era perfecto para el puesto. Además, era conocido del mánager Mclaren y muy buen amigo del cantante Johnny Rotten, que le había dado el sobrenombre de Sid Vicious (Sid el despiadado), en referencia a su hamster Sid.

La carrera de los Sex Pistols es probablemente la más alocada de la historia del rock: en menos de seis meses fueron fichados, pagados y expulsados de dos compañías (EMI y A&M), por sus continuos escándalos y provocaciones. Finamente Virgin editó en 1977 «Never Mind The Bollocks Here’s The Sex Pistols», seguramente el disco más famoso de la historia del punk, en donde se incluía un puñado de canciones que escandalizaron a la sociedad inglesa de la época, especialmente sus dos primeros singles «Anarchy In The UK» y «God Save The Queen». Las lineas de bajo fueron grabadas por el guitarrista Steve Jones, ya que Sid fue incapaz de grabar algo mínimamente decente.

Parece ser que la fama tuvo un efecto negativo en el joven John Richie, que fue fagocitado por su nuevo alter ego Sid Vicious, pero fue su relación con su nueva novia lo que lo sumió en una espiral de autodestrucción de la que nunca conseguiría salir.

Nancy Spungen era una groupie yonki, McLaren dijo que primero intentó ligar con Rotten y que tras su rechazo lo intentó con Sid que se enamoró alocadamente de ella y la siguió a ese pozo sin fondo que es la adicción a la heroína. El carácter de Sid, que ya era la máxima estrella de la banda e icono del movimiento punk, comenzó a cambiar, pasó de ser un tipo divertido e infantil a una persona malhumorada cuya única preocupación era conseguir su siguiente dosis, se convirtió en un yonki. Esto trajo continuas discusiones con los demás miembros del grupo, muchas veces instigadas por Nancy, y una lista interminable de episodios lamentables, peleas y escándalos que llevaron a la disolución del grupo en enero del 78, cuando Johnny Rotten dejó el grupo antes de terminar su gira por Estados Unidos.

McLaren intentó reflotar el barco, continuó trabajando con Sid, que grabó unas extrañas versiones de Eddie Cochran y Frank Sinatra. Las grabaciones aparecieron en un documental ficticio llamado The Great Rock ‘n Roll Swindle, que también se convirtió en disco… fueron los últimos coletazos de The Sex Pistols.

Sid se fue con Nancy a Estados Unidos, en donde pensaba continuar con su carrera como músico, se alojaron en la habitación número 100 del célebre Chelsea Hotel, donde se colocaban todo el día con todo tipo de drogas, pero la historia dio un giro (no sé si se puede decir “inesperado”) la mañana del 12 de octubre del 78, cuando apareció en el baño de la habitación el cuerpo sin vida de Nancy.

Murió asesinada por una puñalada en el abdomen, Sid estaba tan colocado que no se acordaba de nada y fue arrestado y acusado de homicidio. Fue puesto en libertad bajo fianza pero regresó a la cárcel por la agresión al hermano de Patti Smith. Tras 55 días encerrado, salió con el único objetivo de conseguir una nueva dosis de heroína.

La prematura muerte de Sid Vicious

El 1 de febrero de 1979, se celebró una fiesta para festejar su liberación en casa de su nueva novia Michelle Robinson, Sid consiguió una buena dosis de heroína que se inyectó de madrugada. Nunca se despertó, tenía 21 años.

La figura de Sid Vicious es sin duda, una de las más peculiares de la historia del rock, y es que resulta bastante complicado encontrar a algún músico con tanta fama, con una imagen tan reconocible y con tan poco talento para la música. Generalmente, las grandes figuras de la historia del rock, han sido personas que estaban en el momento justo en el sitio oportuno y conocieron a la persona adecuada, pero también poseían algún tipo de talento musical, o eran buenos compositores o buenos intérpretes o ambas cosas, sin embargo, Sid Vicious no era un buen músico, apenas sabía tocar el bajo cuando se unió a los Sex Pistols y mucho menos un buen compositor, de hecho, no sabía componer. Sin embargo, su imagen es absolutamente icónica, las camisetas con su cara se vendían a miles a finales de los 70, y todavía hoy, sigue siendo una de las figuras más reconocibles del universo rock.

Y es que Sid Vicious era un tipo con un enorme carisma, su imponente altura, su costumbre de tocar con el torso desnudo, generalmente ensangrentado por heridas y cortes que se hacía él mismo (costumbre que tomó prestada del precursor del punk, Iggy Pop), su actitud salvaje… tenía algo magnético que provocaba una extraña atracción.

Cuentan los que vivieron todo aquello, que en los conciertos de los Pistols la gente se agolpaba en el lado izquierdo del escenario, donde estaba Sid. Querían estar cerca de él, verlo de cerca, sentirlo, hablarle. La música era lo de menos. Larga vida al punk.





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