El 5 de julio de 2025, el viejo Villa Park rugió como en noche de derby, pero esta vez los colores fueron negro y púrpura: Black Sabbath volvía al barrio que lo vio nacer para regalar su última descarga frente a 45000 privilegiadas almas y, a través de pay-per-view, a un pico de 5,8 millones de espectadores repartidos por todo el planeta. En el centro del escenario —un ingenioso sistema giratorio al estilo Live Aid— apareció Ozzy Osbourne en su trono gótico. Con la voz algo temblorosa, pero aún capaz de cortar el aire, abrió con “War Pigs” y cerró con “Paranoid”, mientras los fuegos artificiales teñían el cielo de Birmingham y Tony Iommi soltaba riffs de puro acero valyrio.

Un Ozzy frágil pero sonriente dispara “War Pigs” ante 45000 gargantas y una cifra de record: 5,8 millones de espectadores online —el pico de streaming más alto que haya registrado un concierto de metal.
La ovación no fue sólo un gesto de nostalgia; era, sobre todo, un agradecimiento en vivo. Tom Morello, encargado de la dirección musical, lo había resumido semanas antes: su objetivo era “el día más grande en la historia del heavy metal”.
Y lo consiguió. Durante cuatro horas, Metallica, Alice in Chains, Gojira, Pantera y una decena de bandas más revisitaron los himnos sabbathianos ante un público tan diverso como la propia cartelera. Uno de cada cinco asistentes venía del extranjero y la organización calcula que la mitad de los espectadores online tenían menos de treinta años, prueba de que el legado sigue reclutando nuevas gargantas.
Los derechos de retransmisión recaudaron 140 millones de libras
La noche fue, además, un triunfo benéfico: las entradas (agotadas en dieciséis minutos) y los derechos de retransmisión recaudaron 140 millones de libras que ya caminan hacia Acorns Children’s Hospice, Birmingham Children’s Hospital y Cure Parkinson’s, la enfermedad que desde hace años condicionaba la movilidad de Ozzy, pero no su entrega.
El heavy le pagaba así una vieja deuda a su padrino y, de paso, convertía la despedida en semilla.

El fallecimiento de Ozzy Osbourne
La emoción se multiplicó cuando, apenas diecisiete días más tarde, el 22 de julio, la familia Osbourne anunciaba la muerte del cantante a los 76 años.
Una semana después, el féretro recorrió las calles de Birmingham escoltado por una banda de metales que interpretaba “Iron Man”, mientras miles de fans saludaban con los cuernos en alto entre flores púrpura.

Aquel cortejo convirtió toda la ciudad en un último escenario, pero también subrayó algo esencial: el artista había tenido oportunidad de escuchar su propio aplauso final cuando aún podía sonreír.
Ahí reside la gran lección de Back to the Beginning: los homenajes son más poderosos cuando llegan a tiempo. Ver a Ozzy emocionarse, bromear (“¡Aún no me he ido!”) y agradecer cada coro creó una retroalimentación que ningún obituario puede igualar. La química que se generó entre veteranos y jóvenes, entre colegas que crecieron con Paranoid y chavales que la descubrieron en TikTok, recordaba que un legado cultural es un puente vivo, no una pieza de museo.
Ver a Ozzy emocionarse, bromear (“¡Aún no me he ido!”) y agradecer cada coro creó una retroalimentación que ningún obituario puede igualar.
También quedó claro que el tributo en vida inspira a la acción solidaria. Los millones destinados a investigación sobre Parkinson hablan más alto que cualquier tweet de duelo. Y la industria tomó nota: un concierto de despedida bien planteado puede mover montañas, siempre y cuando el protagonista esté ahí para disfrutarlo.
Cuando se comparan estos momentos con tributos póstumos tan emotivos como el de Freddie Mercury en 1992 o el de Taylor Hawkins en 2022, la diferencia salta a la vista: allí el centro del huracán ya no estaba presente (lógicamente en una muerte repentina es complicado hacer un homenaje en vida); en Birmingham, Ozzy pudo abrazar la tormenta. El aplauso, en lugar de rebotar contra un vacío, encontró destino directo en el creador.
Hoy, con el eco de aquella noche todavía flotando sobre Villa Park y las calles de Digbeth cubiertas de velas, la escena plantea una pregunta incómoda: ¿a cuántos otros gigantes queremos ver sonreír en su propio homenaje antes de que el silencio sea definitivo? Jimmy Page, Angus Young o Brian May siguen respirando el mismo aire que nosotros; quizá sea hora de pensar en celebrarlos ahora, no después. Porque, si algo demostró el último trueno de Ozzy, es que el metal —y la música en general— suena más fuerte cuando el corazón que lo alimenta late al compás del aplauso.
Y así, mientras las últimas brasas de la pirotecnia se apagaban aquella noche de julio, Ozzy levantó la mano y gritó su clásico “I love you all!”. Lo escuchamos. Lo escuchó. Esa es la magia de un homenaje en vida: un rugido compartido que ninguno de los dos, artista y público, olvidará jamás.
SetList concierto Back to the Beginning

Black Sabbath
- War Pigs
- N.I.B.
- Iron Man
- Paranoid
- Sweet Leaf: (con varios artistas invitados)
- Changes: (con Yungblud y otros)
- Under the Sun/Every Day Comes and Goes: (con Gojira)
- Snowblind:(con varios artistas invitados)
- Children of the Grave: (con Lamb of God)
- Into the Void: (con Anthrax)
- Electric Funeral: (con Rival Sons)
- Supernaut: (con Mastodon)
Ozzy Osbourne
- I Don’t Know
- Mr. Crowley
- The Ultimate Sin: (con Lzzy Hale y otros)
- Bark at the Moon: ((con varios artistas invitados)
- Believer: (con Whitfield Crane y otros)
- Shot in the Dark: (con David Draiman y otros)
- Flying High Again: (con Sammy Hagar y otros)
Otros artistas
- Mastodon: Black Tongue, Blood and Thunder
- Rival Sons: Do Your Worst, Secret
- Anthrax: Indians, Antisocial, Got the Time
- Halestorm: Love Bites (So Do I), Rain Your Blood on Me, Perry Mason (Ozzy Osbourne cover)
- Lamb of God: Laid to Rest, Redneck
- Alice in Chains: Man in the Box, Would?
- Gojira: Stranded, Silvera
- Guns N’ Roses: Never Say Die, Junior’s Eyes, Sabbath Bloody Sabbath
- Metallica: Hole in the Sky, Creeping Death, For Whom the Bell Tolls, Battery, Master of Puppets
- Tool: Forty Six & 2, Sober
- Slayer: Disciple, War Ensemble
- Pantera: Cowboys From Hell, Walk
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