8 de abril en Santiago de Compostela, con una ciudad casi desierta y una lluvia que se resistía a dar tregua a los pocos viandantes que se atrevían a salir a las calles, en las inmediaciones de la sala Capitol comenzaban a aparecer los primeros valientes dispuestos a disfrutar de una mágica noche de la mano de Insomnium y Tribulation.

IMG 6656Las puertas se abrieron y, poco a poco, la sala comenzó a llenarse. Aunque la hora y las condiciones meteorológicas no acompañaban demasiado, para el momento en el que Tribulation subió al escenario, la sala contaba ya con un aforo del que sentirse orgulloso dadas las circunstancias. En penumbra y envueltos en una potente humareda, en gran parte procedente del incienso colocado a los lados del escenario, los suecos protagonizaron una de las entradas más espectaculares que he podido disfrutar hasta la fecha. Con una fuerza arrolladora y sin parar un segundo, los guitarristas pronto se hicieron con el escenario mientras que Johannes Andersson –vocalista–, mucho más estático, inundaba la sala con su potente voz gutural. La actuación transcurrió con un ritmo frenético y una estética más allá de lo mágico, mientras la banda tocaba temas de su último largo Down below (2018) así como de trabajos anteriores. El concierto llegó a su fin tal y como empezó, dejándonos con la boca abierta. Tras un último tema que no dejó indiferente a nadie, la banda salió del escenario dejándonos con las piernas temblando, la melena despeinada y en un éxtasis similar al de un buen orgasmo.

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Tras esta genialísima primera impresión y un cambio de instrumentos que hizo aumentar las ganas de lo que estaba por venir; también en penumbra, Insomnium hicieron su entrada al ritmo de Winter’s Gate, sumiendo a todo el mundo en la onírica calma que tanto caracteriza a la banda. Tras los primeros 20 minutos de concierto, se hizo la luz y, con ella, los finlandeses hicieron un repaso a temas de su discografía entre los que destacaron While we sleep, Mortal share o Promethean song. Temas que, en muchas ocasiones, cantaron coreados por una sala Capitol que, al menos mentalmente, se había teletransportado a las frías tierras de Finlandia. Only one who waits fue la encargada de poner fin a la actuación de unos Insomnium que hechizaron a la ciudad y, sin duda, dejaron a más de uno convencido de volver a verlos en su próxima visita.

 

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