
Crónica del Portamérica 2025: pocas veces un festival logra que la logística sea tan fluida como la música que lo envuelve, y PortAmérica volvió a conseguirlo en la Azucreira de Portas: accesos rápidos, sonido perfecto, un ShowRocking que, aunque necesita mejorar su acceso, funcionó como un reloj suizo y un paraje único que, al caer la tarde, parecía pintado para la ocasión entre viñedos y el rumor del Umia.Solo quedó la espina de no haber podido vivir la jornada del jueves, pero ni siquiera esa ausencia empaña la sensación de haber asistido a un encuentro donde cada detalle (foodtrucks, accesibilidad,…) reforzó la idea de que cuando Galicia se pone, organiza los eventos más redondos del calendario estival.
Viernes, 4 de julio – Calor, folclore, LOL y Molotov desatados
El PortAmérica 2025 alcanzó su punto de ebullición literal a las 18:30: 34 °C a la sombra (la poca que ofrecía la lona del ShowRocking) y un olor delicioso procedente de la cocina efímera más grande del mundo. Allí, Pepe Solla volvió a orquestar su legión de 32 chefs —18 Estrellas Michelin— que despachó 25000 pinchos mientras el respetable se refugiaba del sol bajo su carpa.



En paralelo, el escenario Rías Baixas recibía a Merino, madrileños forjados en los estertores de la pandemia. Su indie de músculo funk resultó el empujón ideal para que los rezagados apretaran el paso hacia la Azucreira. Apenas terminaron, la multitud se abalanzó de nuevo sobre la carpa gastro y allí surgió la primera sorpresa del día: Santi Balmes empuñó la acústica e hilvanó «La niña imantada», «Segundo asalto» y «Club de fans de John Boy» en un mini-set que probó la imbatible alianza de la alta cocina y la música que todos los años se vive en el festival.
El mercurio seguía alto cuando, a las 20:00, la asturiana Marisa Valle Roso escaló al escenario principal. Armónica, bombo de folión y panderetas eléctricas —guiño a la tradición y mirada al futuro— poblaron «Cantemos» y «El pañuelín». El clímax llegó con su estremecedora versión de «Macorina», cantada íntegramente por la mayoría de las gargantas que tenía enfrente al escenario.



Sin respiro, Iván Ferreiro hizo acto de presencia a las 21:00 en punto, cuando el sol empezaba a recular tras el bosque del ShowRocking. Apostó fuerte por Trinchera Pop (2023) con la tripleta «Canciones para no escapar», «La humanidad y la tierra» y «Dejar Madrid», antes de disparar la nostalgia de medio Galicia con «Años 80». Ya con el cielo encendido en ocres —21:30, 25 °C— incendió definitivamente el recinto con «Trinchera Pop», que se ha convertido en un himno intergeneracional casi sin darnos cuenta.






Noche cerrada, y las pantallas de resolución máxima hacían su trabajo a la perfección y Love of Lesbian dominando la escena. Arrancaron con «Ejército de salvación» y Santi Balmes aprovechó para soltar la pulla política de la jornada: «quien es inteligente y honrado no es fascista», provocando la ovación de la grada. El combo barcelonés se recreó en un mash-up imposible entre «Lobo-hombre en París» y «Los toros en la Wii (Fantástico)», regaló un guiño sentimental a Ferreiro con «1999» —las cámaras cazaron al vigués cantando desde el foso— y se despidió, cómo no, con el coreadísimo “John Boy“.




A las 00:15 el escenario Xacobeo cruzaba el charco para recibir a Molotov que apareció con «Pendejo» y aquello fue un desmadre instantáneo. La banda fue concatenando artillería pesada—«Amateur (Rock Me Amadeus)», «Chinga tu madre», «Parásito»— con la facilidad de quien lleva treinta años en el oficio. El epílogo llegó con «Frijolero»: un ejército de chicas subió escalonadamente a bailar al escenario mientras Tito Fuentes disparaba el célebre «¡Chichi p’a’llá, Caldas!» y el público respondía masivamente coreando y saltando en cada tema que interpretaron.





Los Alcalá Norte cerraron la maratón a las 02:00: rock con regusto a extrarradio, sampleos que olían a 90 y versos descarnados sobre «La calle Elfo» y «Westminster». Buen sonido, guitarras en carne viva, pero un Álvaro Rivas un tanto parco que dejó sensación de desgana entre los supervivientes que aún brindaban con vasos reutilizables.

Terminaba así un viernes de aforo completo —dato oficial— y 18 M€ de impacto económico, confirmando que PortAmérica crece sin perder esa sensación de fiesta a escala humana que lo distingue.
Crónica del PortAmérica 2025 Sábado, 5 de julio – Brisa atlántica, psicodelia de ida y vuelta y catarsis sueca
La tarde arrancó más benévola que la del viernes, 27 °C, brisa atlántica y aroma a quesos y vinos en el espacio Queixiviño (quesos y vinos que han sido premiados por la Xunta de Galicia), que por segundo año se consolida en el festival. En el escenario Rías Baixas, Carlos Ares sorprendía con un directo más musculoso de lo esperado.


A las 19:00, Travis Birds con una puesta en escena intimista que pareció sacada de un club de jazz: bajo, trompeta y esa voz que baila entre el susurro y el lamento. Su versión bilingüe de «Stand By Me» hizo ondear los brazos del respetable al ritmo del atardecer.



Subió la veteranía con Duncan Dhu. Arrancaron titubeantes, inclusos sosos por momentos —quizá demasiada linealidad rítmica—, pero Mikel Erentxun espabiló en cuanto atacó la guitarra de «Cien gaviotas». Aunque ya quedaba poco para el final, a partir de ahí, el show ganó vuelo y «En algún lugar» sonó traviesa y luminosa, dejando el escenario listo para la psicodelia.




Sidonie irrumpió a las 22:10 y lo cambió todo. Luces ácidas, confeti y un viaje psicotrópico que empezó con «Fascinado» y siguió con el estreno en catalán «Et puc odiar molt més». Marc Ros se tiró a la piscina literaria citando a Rosalía de Castro y Emilia Pardo Bazán durante «Verano del amor», como suele ser habitual en sus conciertos se bajó al foso para cantar «Un día de mierda» de tú a tú y, tras la tradicional jam con sitar (Jes) y cambio de instrumentos, tuvieron tiempo de homenajear al renacido Oasis con un «Wonderwall» colectivo. El reloj les apretaba, pero sacaron pecho: “nos queda un minuto, que nos echen!!” espetó Marc antes de finiquitar con «No salgo más». ¡Épicos!





Tan solo unos minutos más tarde la hora prevista apareció Melendi con pinta de domingo casero —parecía ir en pijama y nos deleitó con saludo confuso: ¡Hola, Santiago!. El asturiano traía una banda enorme capitaneada por José de Castro ‘Jopi’, dos coristas,… y los hits necesarios para convertir la Azucreira en karaoke multitudinario. «Tu jardín con enanitos» y «Caminando por la vida» marcaron el pico de decibelios de todo el fin de semana.
La traca final quedó en manos de Viva Suecia a las 00:40. Rafa Val apareció con camisa floral, se marcó una intro a cappella de Dragon Ball y, tras «La orilla» (con versos en galego), desapareció backstage para volver luciendo la icónica camiseta del Xabarín Club. Sonaron «Justo cuando el mundo apriete», «El rey desnudo» y una recta final con «El bien» que dejó polvo en suspensión y sonrisas de madrugada.




Con los fuegos still on, la organización dio la campanada: PortAmérica 2026 se celebrará 9, 10 y 11 de julio y los Abonos Creyentes ya están a la venta.
Así se puso el broche a una 13.ª edición histórica: segundo ‘sold out’ consecutivo, 65000 asistentes, 18 M€ de retorno económico y 3380 millones de impactos editoriales auditados. Más allá de los números, PortAmérica volvió a demostrar que se puede crecer sin perder alma: ShowRocking de récord, medidas de inclusión pioneras y un maridaje único de música, cocina y territorio que ya es marca de la casa así como estandarte del verano gallego.
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