A veces debemos volver sobre nuestros pasos y degustar trabajos que, por evidentes y relevantes en la historia de la música, ignoramos como si siempre hubieran estado ahí y no requiriesen de nuestra atención.

Este es uno de esos casos de impactante trabajo, originalidad en las composiciones, orquestación y encaje musical fuera de lo común, creación de riffs, melodías y ritmos frescos, dinámicos y definitorios de un estilo, de un artista, casi de un género.

Todo es bueno en este disco, y no sabríamos seleccionar un tema en especial (incluso si podríamos decir que el menos llamativo es el que da título al disco, y que todo el mundo reconoce como una de los grandes de este artista).

La producción es muy setentera, muy pura, con sonido muy empastado, denso, capas muy definidas y un espacio sonoro estéreo exquisito. Nadie pisa a nadie y todo respira con meridiana pulcritud. Las guitarras son sutiles, no protagonistas, lo que hace que todo el peso recaiga en el bajo eléctrico, haciendo de este disco un trabajo muy agradable al oído y especialmente rítmico. Mucha gente no entiende la importancia del bajo eléctrico y se queda con la aparente espectacularidad de la guitarra, ignorando a las baterías y, en general, a toda la sección rítmica… enorme error, que define una falta notable de oído musical. La clave es siempre la base. Como en casi todo lo que acontece en la vida.

Siempre hemos considerado este disco (con el Pearl de Janis Joplin) como uno de los mas claros exponentes del trabajo de la sección rítmica en la historia del rock.

El bajista es Dennis Dunaway, y el teclista y productor Bob Ezrin, un crack en ambos aspectos…

Este disco forma parte de una trilogía musical, por lo que se puede considerar un disco conceptual (al referirse todo el a una temática) configurando una parte de una especie de Opera rock.

 

Cara A

Empezamos con un puñetazo en los morros…. School´s Out, el corte más famoso de este disco y el single más reconocido. Un temazo, a pesar de que a partir de aquí todo mejora.

Riff ultra famoso, y ganando calorías se apoya en el la batería densa y un increíble bajo. Opulento, gordo, definido y muy bien articulado. La voz en segundo plano con reverb.

Cambios de ritmo y partes muy definidas, muy circense, con una clara vocación de escena, teatral. El bajo es siempre brutal, de lo mejor que hemos oído en el rock.

Coros casi en falsete, todo muy vodevil y con risas de niños de fondo, dando una sensación un poco histriónica. Todo arropado por una batería sin tacha.

Las guitarras apenas tienen protagonismo. Están pero solo como un elemento más. Opción muy acertada.

En el segundo corte aparece Luney Tune, con otro riff muy reconocido sobre la voz de Alice Cooper. Esto es un ejemplo de lo que es el sonido Cooper, modulando con intensidad y cambiando mucho el ritmo.

El rey vuelve a ser el bajo eléctrico, muy rico en detalles y frases creativas. La guitarra siempre de fondo, vistiendo y adornando el resto de la obra.

La voz se queda casi sola y entra un piano muy épico, con orquestación. El bajo marca todo el riff y las guitarras distorsionadas acompañan hasta el final, donde el bajo octava y nos mete en Gutter Cat Vs The Jets, bajo y más bajo… una salvajada. Y la guitarra entra a perfilar. Este tema pide alto volumen. La voz es la adecuada, perfecta para este sonido, muy teatral y siempre sobre el bajo marcando el riff, con líneas muy juguetonas y unas baterías muy densas. Frenadas y vuelta a arrancar el tema.

Hacia el final entramos en modo casi atonal, desafinado, sobre percusión pura y muy tribal. La voz con mucho reverb que agudiza el efecto onírico extraño del disco.

Bajo a tope para cambiar de ritmo y modular sobre un sintetizador, con el que se desarrolla de modo fantástico y nos hace de introducción a la parte final del corte. Una parte mas recitada, como si fuera otro tema, muy teatral y pidiendo directo a gritos. El bajo se pone frenético y nos lleva a Street Fight, un guiño que ni siquiera aparece en la contraportada del disco. Con ruidos de fondo, gatos, voces, un juego, un respiro y entra el bajo para llevarte a Blue Turk, donde te quedas con la boca abierta, jazz del bueno.

Baterías trabajadas, ritmos rotos, sin caer a tierra, modulando y la voz con el bajo lo hacen todo. La guitarra es otra voz y nos da profundidad sonora, nos abre el espacio y crea escena amplia, estereofónica.

Todo el tema está lleno de capas e incursiones jazzeras, vientos de fondo, platos, muchos platos en la batería. Como si estuvieras en una jam session.

Escalamos y una aproximación cromática rematada con un walking bass (por si aún tenías dudas de que estabas en un tema de jazz). El final es largo, desarrollándose sin prisas. Esto es así, música con mayúsculas y te acuerdas por momentos de Tom Waits.

El final es de lo mejor, en un solo muy acompañado de bajo sobre metales, la voz volviendo a lanzar el tema y te quedas a gusto, muy a gusto.

Cara B

My Stars, suena a banda sonora con riff de bajo y guitarras remarcando con vigor. Vamos subiendo calorías arropados por la batería y el piano cambia de tercio con una progresión muy reconocida. La voz acompaña y volvemos a un tema de performance puro, de directo. Mandan los juegos de ritmo y vocales.

El bajo está desatado y la guitarra dándole la réplica, haciendo enorme el placer de escucharlos. Cambios y líneas agradables, donde todo encaja a pesar de que cada uno hace cosas distintas. De repente entramos en modo balada sobre piano y los coros acompañando sin armonizar, todos a una. El bajo en pleno despliegue de progresiones.

La guitarra se queda a gusto, pero sin ponerse nunca por delante. Final largo sobre piano y efectos sonoros.

Las baterías marcan la entrada, con densidad, y el piano aparece sobre una guitarra con marcada línea melódica para que los coros indiquen el comienzo formal dejando al bajo eléctrico la función de riff…. Así empieza Public Animal #9, simplemente genial. Definiendo otro temazo de escenario con unas guitarras creativas sobre la sección rítmica inmejorable.

Progresión de todos sobre los riffs de guitarra. Mucho, mucho ritmo. De lo mejor del disco.

Pasamos ahora a Alma Mater, lluvia y algo intimista en el inicio. Voz distorsionada de fondo y te acuerdas mucho de los Beatles.

El bajo lo marca todo encima de la voz, para llorar ante tanta perfección y delicadeza…una perla.

Si lo escuchas fuera de contexto creerás que estás ante los Beatles, sin duda.

Alice está tremendo con esta voz distorsionada de fondo, tras capas de filtros y efectos. Y la sección rítmica se sale.

Final hablado sobre un bajo de fondo, paladeando líneas y acompañado de una armónica. Empiezan a marcar una línea de bajo muy interesante, entra la batería a bombo y nos llevan, al estilo Shaft, a Grande Finale. Con distorsiones sobre vientos y juegos de carácter funky.

Otro ejemplo de la variedad sonora que nos acompaña. Ritmos, vodevil, jazz, rock, progresivo, sinfónico, y casi todo lo comentado se resume en este último corte.

Un aire a lo Jesucristo Superestar, mostrándonos otro tema de directo puro, de teatro, de musical.

Y cuando crees que todo acaba, coge ritmo y se dispara…

 

Una joya atemporal, que todo el mundo debería escuchar con atención, con la mente abierta, dejando que inunde todos los huecos posibles.

Un trabajo perfecto en el planteamiento, ejecución, producción, originalidad, variedad.

Este artista mantiene siempre una fuerte personalidad en sus trabajos y una clara orientación hacia el directo, y eso se traduce en trabajos fluidos, orquestados, con mucha escena sonora (requieres un buen equipo, y estéreo, para disfrutarlo como debe ser).

Pocos músicos llevan tantos años llenando recintos, y convirtiéndose en leyenda en vida. Alice Cooper es uno de estos ejemplos, siempre rodeado de lo mejorcito de cada casa. Y se nota.

Si eres bajista, aquí debes apreciar lo que puedes llegar a hacer con tu instrumento, y si eres de cualquier otro instrumento, aquí puedes apreciar lo que es el equilibrio y espacio sonoro.

Perfecto.





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